
De la mano de tres generaciones, pasó de ser un emprendimiento familiar a un gigante industrial con 13 plantas en Argentina y presencia en Brasil, Uruguay, Paraguay y Bolivia.
Desde hace 67 años, Sinteplast demuestra que una empresa familiar argentina puede crecer, innovar y trascender fronteras. En diálogo con Cadena 3 para La Argentina Posible, Marisol Rodríguez, nieta de los fundadores, compartió la evolución de este grupo que combina tradición, innovación y un fuerte compromiso con la industria local.
“La relación de los argentinos con la pintura fue cambiando. Hoy ya no se trata solo de decorar, sino también de proteger y reparar. Pintar una casa es una inversión que se planifica, con conciencia de durabilidad”, señaló Rodríguez, al explicar cómo el consumidor local se diferencia de otros mercados.
La compañía, que nació en Buenos Aires y hoy cuenta con 13 plantas -siete en Argentina y el resto en el exterior-, ofrece más de 7.500 artículos que van desde pinturas decorativas hasta materiales para la construcción. “Todo lo que está alrededor nuestro está pintado: una puerta, una garrafa, un amortiguador, un filtro de auto. Ahí también está Sinteplast, como parte de la cadena de producción”, destacó.
Con 1.500 empleados y ventas anuales cercanas a los 300 millones de dólares, el grupo se consolidó como uno de los gigantes industriales del país. La red de Color Shop, su cadena de franquicias, suma más de 340 locales en la región y asegura presencia en todas las provincias argentinas.
La expansión internacional fue otro paso clave. “Inicialmente exportábamos como una forma de protegernos de la volatilidad argentina. Pero con el tiempo entendimos que, por los costos de flete, debíamos instalarnos en otros países. Así abrimos plantas en Brasil, Uruguay, Paraguay y Bolivia”, explicó Rodríguez.
Más allá de los números, el rasgo distintivo de Sinteplast sigue siendo su ADN familiar. Desde fines de los años 90 cuentan con un protocolo que ordena la sucesión y la participación de los herederos. “Ese protocolo nos dio claridad. Nos permite saber que estar en la empresa implica determinadas condiciones, y también que está bien no estar. Eso baja las presiones y allana los caminos”, sostuvo.
Rodríguez resaltó que la clave del éxito fue pensar a largo plazo y anticipar escenarios: “Cuando uno define un norte, también implica decisiones económicas, de reinversión y de distribución. Al tenerlo claro, bajan las ansiedades y se cuida la armonía familiar”.
Con 67 años de historia, Sinteplast no solo se consolidó como referente en su sector, sino que se transformó en un ejemplo para otras empresas familiares argentinas que buscan proyectarse más allá del fundador. “Formar parte de la compañía es la continuación de un legado. Muchas cosas que parecían lejanas hoy se concretan, y esa satisfacción no tiene precio”, concluyó Rodríguez.
Fuente: cadena3.com
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