#Economía

Occidente en modo de-risking, Argentina en modo des-orientación

Deberemos remar con el viento en contra, aunque podemos aprovechar algunas ventanas de oportunidad si hacemos las cosas bien.


LIDE Argentina - 22 de Noviembre 2023

Por Ricardo De Lellis

Empecemos por la situación internacional. ¿Importa a nuestro medio? Debería más de lo que se la considera. Así nos va. Es que buena parte de los precios de nuestra economía están incididos por aquellos transados en el exterior, no solamente los commodities agrícolas, grueso de nuestras exportaciones, sino también la energía y el valor del dólar frente a otras monedas.

 

Se agrega otro: las tasas de interés (de impacto no menor aun estando, como estamos, afuera de los mercados internacionales de crédito), importantes para dar viabilidad a los tantos proyectos de desarrollo (litio, GNL, etc.) que tenemos por delante.

 

Asimismo, saliendo de lo material, en recursos humanos, vemos como otros países "pescan" el talento local, ante la falta de alternativas atractivas en el país.

 

Pues bien, este contexto externo, que al momento puede lucir atractivo para el país en especial en nuestra condición de productor de commodities, está enfrentando grandes riesgos en varios frentes.

 

No es el objetivo de esta nota abarcarlos. Basta mencionar que ya existen muchas alertas al respeto y quizás uno de los más alarmistas sea, una vez más, Nouriel Roubini, quien en su libro "Megamenazas" menciona las 10 principales amenazas que enfrenta el mundo, con muy buenos argumentos. Los más optimistas podrán relativizarlo considerando el apodo de Mr. Catástrofe, que el mismo acepta, pero no sin dejar de recordar que fue uno de los pocos que anticipó la crisis de las hipotecas de 2008.

 

Veamos al menos los de mayor impacto sobre nuestro país, empezando por el título de esta nota, de-risking, referido a la posición adoptada por Estados Unidos y seguido por Europa, para enmarcar el enfrentamiento que se ha venido desarrollando y agravando en los últimos años con China.

 

Lejos quedaron las buenas épocas de cooperación e inversión mutua, aunque de distintos flujos y sectores, y si bien todavía no hay efectos muy perniciosos sobre las economías de ambos (algo más en los flujos de inversión privados americanos en China que de reducción en los comercios bilaterales), esto es solo el comienzo. Claro está que la competencia está en la tecnología, y en especial la inteligencia artificial, susceptible de torcer el predominio global futuro de su vencedor a favor de quien se imponga en este campo. 

 

Nos afecta, pues dada nuestra condición de país en desarrollo con recursos naturales a explotar y de necesidad de capitales, lo más conveniente es la continuidad de un mundo multipolar, donde podamos optar por los proveedores y clientes que más beneficios nos proporcionen. En un mundo que se divide, esto es cada vez menos probable, ejemplo de ello son las presiones actuales de ambas potencias para que los países adopten su tecnología 5G.

 

A este complicado panorama geopolítico, agréguese los conflictos bélicos (Rusia, Hamas) que provoca, a su vez, realineamientos de otros países por su identificación política y/o conveniencia.

 

El panorama macroeconómico de las principales economías es todavía menos alentador. El americano, con un déficit fiscal record (estimado en un cercano 8% del PIB para 2023), el mayor endeudamiento después de la Segunda Guerra Mundial y una tasa de interés que tuvo un recorrido alcista pocas veces visto en cuanto a su celeridad.

 

Todo para contener una inflación desbordada luego de años de políticas monetarias expansivas a la que se agregó, por los efectos de la pandemia, y no solo por ésta, un mayor gasto fiscal. Esta mayor tasa de interés parece que llegó para quedarse, al menos por un buen rato, agréguese entonces el mayor efecto sobre el balance fiscal americano que tendrá en años venideros.

 

No es de extrañar entonces que el Sr. Roubini pronostique una megarecesión que, si bien no la fija en el tiempo, no sería más tarde de 2024, aunque por ahora la economía americana ha resistido más de lo previsto.

 

El panorama en Europa no es mejor, siendo de destacar el estancamiento de su principal economía, la alemana. Y, por último, China enfrentando sus propios problemas de endeudamiento, con su economía demasiado volcada a la inversión en infraestructura con un sobrecargado sector de la construcción que ya no ofrece las posibilidades de seguir ejerciendo su rol de motor principal de la economía.

 

Considérese, además, los otros riesgos bien actuales:

 

El cambio climático (con impacto en los presupuestos de los países dado que si se lo desea abordar efectivamente requerirá más inversión y seguramente más estímulos fiscales).

 

El desacople con China ("decoupling" palabra que se usó en un comienzo para marcar el cambio de enfoque de EEUU y Europa sobre China el primero luego reemplazado por la menos agresiva "de risking"), con su variedad de términos de acomodamiento: friendshoring, nearshoring, reshoring, que implica un cambio en el paradigma para el sector privado de los países poderosos de occidente que rigió hasta el presente y que suena más a un intento de calmar a las bases electorales de dichos países, afectados por la desindustrialización y el consiguiente empeoramiento de las condiciones de empleo.

 

Los desarrollos vertiginosos de la inteligencia artificial, que como ya se mencionó han sido tomados como bastiones de ventaja competitiva en la lucha hegemónica de las dos potencias, pero con la contracara de la dificultad en su control.

 

Los factores humanos que agrupo y sintetizo por razones de espacio, en temas demográficos, de migraciones, de crisis alimentarias en países pobres (efecto de alzas de precios en los alimentos, los impactos del clima en su producción y las restricciones que imponen los países exportadores para defender sus mercados internos), el deterioro de las democracias (aún en los desarrollados, impactados por el avance de la tecnología que ha fomentado la polarización), la mayor concentración de la riqueza y las inquietudes que esto genera en el grueso de las poblaciones, los temas de ciberseguridad no solo provenientes de privados sino también los fomentados a nivel de Estados.

 

Los riesgos de nuevos virus, cuando aún no queda del todo claro cómo se generó el del Covid- 19.

 

¿CÓMO ENFRENTA ARGENTINA ESTE DURO CONTEXTO DE MÁS INCERTIDUMBRE Y VOLATILIDAD?

 

Utilicé en el título de la nota el término desorientación para comenzar una descripción: al menos es la que rige en los agentes económicos que tienen que tomar decisiones para ayuden a salir de la postración en que se encuentra nuestro país, no solo evidenciada en su falta de crecimiento sino, peor aún, por el creciente deterioro de sus instituciones (Justicia, seguridad y educación entre las más importantes) y que bien puede sintetizarse en el deterioro en el respeto de la letra de nuestra Constitución.

 

No extraña entonces que todos los males se muestren evidenciados en los indicadores conocidos: inflación galopante, educación con los peores resultados nunca antes vistos, mayor pobreza, migración de talento, nivel de ahorro nacional paupérrimo, alto nivel de informalidad, creciente porcentaje de gente que vive del subsidio del Estado, nivel de exportaciones por debajo de cualquier comparación con países de recursos equivalentes y/o seria distorsión en los precios relativos.

 

A esto llegamos desperdiciando los mejores años del contexto internacional, la llamada época de la Gran Moderación, con buenos niveles de desarrollo a nivel mundial, bajísimas tasas de interés, cierta cooperación, al menos no enfrentamiento de las grandes potencias, lo que ha redundado en un gran crecimiento del comercio internacional. A modo de ejemplo, todos nuestros vecinos, incluso Brasil, aprovecharon este contexto favorable.

 

¿Y ahora qué? Deberemos remar con el viento en contra, aunque podemos aprovechar algunas ventanas de oportunidad si hacemos las cosas bien. Las elecciones, como quizás era de esperar, poco sirvieron para aclarar el panorama. Más bien, lo llenaron de más incertidumbre. Por un lado, el candidato oficialista prometiendo un superávit primario del 1% (dicho sea de paso, el problema no es tanto el déficit como su composición y la falta de financiamiento, lo que es más grave aún) pero con pocas señales de cómo resolver todos los problemas antes mencionados que, por otro lado, el candidato actuando como Ministro de Economía contribuyó a agravar.

 

Por el lado del otro candidato al balotaje, las señales que ha dado sirven más como eslóganes políticos que programas específicos. Su bandera principal de la libertad amparada en la Escuela Austríaca ya no tiene casi eco en el mundo occidental. Llega tarde. Aunque después de tantos años de regulaciones, restricciones y constreñimientos impuestos por el Estado, a muchos este planteo le parezca una bocanada de aire fresco que, como mínimo resulta de beneficio traer a la mesa de las propuestas.

 

¿HAY SALIDA?

 

Aún ese contexto externo enrevesado ofrece oportunidades. Sepámoslo leer y dar atención. Nuestro problema no solo es político, la conocida falta de consensos, es también económico. Por la alta proporción de argentinos que viven de la informalidad, muchos de los cuales, a juzgar por especialistas en la materia, no podrán ser recuperados en el mundo laboral formal por más programa de entrenamiento que se imponga. Y eso impacta en la productividad general.

 

Por la falta ya mencionada de capitales, necesarios para generar inversiones productivas y cuya reconquista no será cuestión fácil, además de llevar tiempo.

 

Pero es hora de empezar. ¿Por dónde? Regla número uno: el respeto a las instituciones y a la letra de nuestra Constitución. Aprendamos del mundo: hay incertidumbre y volatilidad, pero no desorientación, porque los agentes económicos siguen confiando en las instituciones. Ejemplo: pese a todos los errores que se pueden imputar a la Reserva Federal, esta sigue generando confianza en los privados.

 

De seguir en esa línea, poco a poco se ordenará la macro, y a su tiempo aparecerán los proyectos de mayor sustancia como plantas de GNL, baterías de litio, autos eléctricos, energías renovables, alimentos de valor agregado, etc. para mencionar los que si moverían la aguja en este aludido contexto externo.

 

¿Porque no? Se dirá que soñar no cuesta nada, pero si seguimos discurseando en el garaje sobre qué rumbo tomamos, nunca llegaremos a ningún lado. Como nos ha venido sucediendo.

 

Fuente: eleconomista.com.ar

LIDE Argentina | Grupo de líderes empresariales

#RSE

 

#LIDE Argentina

Grupo San Cristóbal lanza becas en tecnología para personas con discapacidad

LIDE Argentina 

#Tecnología

 

#Innovación

Así es la nueva versión del Volvo VM que acaba de lanzarse en la Argentina

LIDE Argentina 

Suscribite a nuestro Newsletter

Audit by

Legal advisor