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RECALCULAR EL ÉXITO: Lo que aprendimos ya no es suficiente

EBITDA, ROE, ROA, inflows, precio de la acción, valor para el accionista, share, imagen de marca y marca empleadora, etc., son algunas de las métricas que hemos aprendido a usar para planificar y medir el éxito de una empresa. Todas son medidas que se asocian con la función tradicional y objetiva de la empresa, pero, hoy en día, ¿esto es suficiente? ¿Qué empresa se considera exitosa según los parámetros actuales? ¿Se pueden mejorar esos parámetros? ¿Qué vendrá en el futuro? ¿Qué rol juegan los líderes de las empresas? ¿Y los colaboradores?


LIDE Argentina - 05 de Junio 2023

Antes de ensayar algunas posibles respuestas que permitan hilvanar esos interrogantes, sería conveniente reflexionar sobre la relevancia que implica identificar y comunicar el propósito de cada empresa u organización. Es decir, ese objetivo que trasciende la obtención de ganancias y que, cada vez más, colabora en lograr el éxito en un sentido más holístico.

A partir de dicho propósito y de la razón y la necesidad de tenerlo, se aplicarán ciertas herramientas y metodologías para que la organización logre el éxito o lo mantenga.

En un mundo en constante cambio, es fundamental mantenerse a la vanguardia e interpretar esa evolución. Se trata de alzar la mirada y visualizar lo que se viene, comprender que, hoy en día, las personas vuelven a ser el centro para poder entender y trabajar hacia el éxito.

Más allá de los innumerables avances tecnológicos, las relaciones sociales y organizacionales continúan en manos de seres humanos. Personas con una mirada subjetiva del mundo y con expectativas únicas sobre el papel que desempeñan en la sociedad y el rol ocupa el trabajo en sus vidas. En la actualidad, las organizaciones funcionan con mayor diversidad de edades que comparten espacios, visiones y objetivos. Como resultado, el liderazgo se convierte en un desafío diario en el que se demanda una actitud ética y consciente. Fundamentalmente, que permita comprender la importancia del rol que cumple cada stakehlder: clientes, proveedores, distribuidores, competidores, colaboradores y líderes de cada nivel dentro de una organización. Todos con un propósito estratégico dentro

La creación de la sociedad 5.0 –o sociedad súper inteligente– posiciona al ser humano en el centro de este proceso de innovación. Se alivia la presión que causa la velocidad con la que avanza la tecnología y el foco se traslada al propósito. Y aquí entra en juego la Agenda ESG (Environmental, Social and Corporate Governance): ese conjunto de criterios ambientales, sociales y de gobernanza que se tienen en cuenta para establecer los pilares no financieros para la sostenibilidad empresarial.

Esto nos acerca al concepto de inversión socialmente responsable, que busca rentabilidad y, en ese proceso, se ocupa de la gestión del triple impacto que genera esa organización: en el ambiente, en la sociedad y en el gobierno de las empresas. Algunas organizaciones incluso van más allá y proponen añadir otra letra “E” a la sigla que se refiera a Economía y así transformarla en EESG para incluir la solución económica en dichos criterios.

Es importante destacar la funcionalidad de la innovación abierta, porque le permite a las empresas trabajar en conjunto con otras e idear soluciones, servicios y productos de manera más colaborativa. De esta manera, se logran diálogos más eficaces que exigen un cambio cultural que lleva a comprender la importancia de compartir información para ser exitoso; como sucede, por ejemplo, con la Web3 o el concepto de la Industria 4.0, cuya prioridad es la experiencia del cliente.

Es fundamental alinear lucro y propósito para garantizar un futuro sostenible para la empresa. El éxito que implica alcanzar un nivel de competitividad rentable y mantenerlo implica tener los mejores stakeholders para cada negocio y organización. Al mismo tiempo, esta evolución depende del éxito de conectarse con el propósito integral y sincero de aquellos. Plantear un propósito es fácil y gratuito. Sin embargo, el desafío es ser íntegro, coherente y consistente con las acciones diarias tanto a nivel empresarial, como personal. Para eso, el líder deber valorar y alentar a aquellos que trabajan en las empresas para que podamos hablar de una organización verdaderamente exitosa. A fin de cuentas, las compañías están conformadas por personas, quienes tienen la necesidad de conectar el sentido de sus vidas con un propósito.

La Agenda ESG dejó de ser un tema generacional: los adultos se interesan, se plantean y cuestionan qué mundo les dejarán a sus nietos; y los jóvenes se organizan para tomar impulso y accionar para salvar el planeta. Por su parte, los colaboradores investigan qué hacen sus organizaciones y qué tan veraz son los objetivos que proclaman, pueden reconocer (y rechazar) el ESG washing. En tanto, los inversores evalúan en qué empresas invertir y los clientes cada vez son más conscientes y demandantes en su consumo.

Si aún no lo hicieron, los alentamos a comprometerse con una “Agenda ESG”, cuyos mensajes estén alineados con los actos, en principio, con algunas acciones de los tres ejes. La nueva definición de éxito parte de la base de los conceptos que aprendimos.

Sabemos que es difícil enfrentarse a factores desconocidos, pero también es necesario entender que el foco hoy en día está puesto en las personas y en mejorar la calidad de vida; el bienestar y la felicidad de todos. Aprender rápido y ejecutar con cuidado nos permitirá estar listos y poder incorporar gradualmente los conceptos futuros de éxito, que vienen de la mano de elegir una vida mejor.

Los líderes empresariales éticos y solidarios aceptamos la obligación de anticiparnos a los cambios en tendencia y de construir; de formar parte y sacar provecho de las redes público-privadas. Y, en especial, de participar activamente en los asuntos sociales y políticos que influyen en nuestro entorno empresarial. Lideramos empresas que deben a la sociedad un buen comportamiento, en tanto son “ciudadanos corporativos”. Vivimos nuestra vida, tenemos nuestra historia. Y, también, somos parte del futuro, porque es allí hacia donde vamos.

 

Por Isela Costantini
       LIDE ESG

       Rodolfo de Felipe
       Presidente de LIDE Argentina

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